martes, 10 de junio de 2008

OVNIS FANTASMAS

ACEPTAR O NO LOS OVNIS FANTASMAS
Por Mario Luis Bracamonte Báez


Recientemente se ha deslizado una amena discusión sobre si los investigadores debemos o no, aceptar como elemento de estudio, fotografías donde aparecen retratadas ‘aeroformas’ no observadas por el fotógrafo al momento de la toma.

¿Es que solamente debemos aceptar para una investigación, fotografías donde los testigos han sido ‘observadores’ de extraños objetos?

No me luce como aceptable esta posición, pero quienes la admitan, están a pleno derecho de hacerlo. Pero de allí a manifestarse como ‘molestos’ con quienes sí aceptamos este instrumento gráfico para investigar, ya me parece una soberana tozudez.

Durante milenios hemos dado por ‘aceptados’ numerosos ítems, y sobre los cuales sólo poseemos información endeble o no comprobada y ratificada por medios científicos, pero que siguen sin cambio pese al paso del tiempo. Es muy relativo un documento que nos llega por vía oral o tradición, sin embargo solemos aceptarlo. No invalida esta posición que tal o cual evento haya ocurrido tal y como lo conocemos, pero una actitud objetiva y racionalistas nos lleva a tener que tomarlo con pinzas.

Una investigación a conciencia, debiera conducirnos a eliminar ruido de tantas miles de fotos que hoy circulan por la Web, pero optar por negarlas ¡es como querer tapar el Sol con un dedo!

He advertido recientemente, y no sin sorpresa, como un distinguido cuanto avezado colega deniega la tal posibilidad de convertir a estos documentos gráficos en un documento de estudio, y cito: “Los “Ovnis fortuitos o fantasmas” que no se vieron al momento de sacar una fotografía y que luego se los descubre en ella, de ninguna manera constituyen un elemento de estudio para el Investigador, ni para la OVNILOGÍA. Es decir, carece de todo valor dentro de las disciplinas científicas.

Tales afirmaciones corresponden al colega Oscar Mendoza, persona que merece mi absoluto respeto y reconocimiento por sus valiosos aportes a la divulgación pedagógica de la ovnilogía en Argentina, algo que no muchos pueden detentar hoy por hoy, pero –el infaltable pero-, Oscar parece contradecir el postulado del error-acierto, es decir, si acertamos descalificamos la posibilidad de seguir en el error, y si hay error, igualmente hemos ganado, ya que estamos en condiciones de dejar abierta la posibilidad que otro colega acierte.
Más adelante, el colega expresa: “En cuanto a las “Observaciones de Luces Nocturnas o Formas Diurnas” (Extrañas y lejanas) tan solo aportan datos relativos y tampoco constituyen un elemento valedero de estudio. Es decir, nos servirán para los fines estadísticos; para evaluar su actividad en la zona; para el registro de comportamientos, manifestación lumínica, etc., etc. Estos tipos de eventos resultan valiosos, sólo cuando el investigador es el espectador y los elementos de estudio son: la prueba o puesta a punto de equipos detectores y todo tipo de sistemas ópticos de acercamiento: telescopios, teleobjetivos fotográficos, visores nocturnos, cámaras de videofilm, etc.”.

El error estriba en que acota peligrosamente el campo de acción investigativa. Si así fuere, deberíamos remitirnos únicamente a la investigación ‘in situ’, algo que no siempre está al alcance de la mayoría de los investigadores. Imaginen un colega de Patagonia que se interese por un incidente en Salta. ¿Deberá viajar a investigarlo?, ¿Podrá investigarlo a distancia con elementos válidos?, ¿O se quedará con las ganas?

Cabría aceptar que si ese hipotético colega sureño posee tecnología tal que le facilite el acercamiento a datos sinceros, la Internet por decir algo, estaría en buenas condiciones de aportar su experimento investigativo y quedaría obviada su carestía de capacidad tecnológica y su propia experiencia, como para investigar a distancia.
Acepto que no es lo mismo estar ‘in situ’, y hasta carecer de elementos puntuales como los que cita Mendoza, dado que no siempre los fondos individuales están disponibles para acceder a aquellos. Pero –otro pero-, ¿descalifica investigar, la carencia de dichos adminículos? ¡Para nada!

Tengo un colega muy amigo, que recién en estos últimos meses accedió a la computadora tras años y años de confeccionar sus informes, estudios y hasta boletines mensuales, con una simple y querida máquina de escribir. Hoy, él reconoce la prodigiosa posibilidad que nos otorga la PC, elemento no tan accesible como suele suponerse. Poseo gente colega aquí en mi ciudad que se las arregla con máquina de escribir o van a los cyber para comunicarse cibernéticamente o en el mejor de los casos, siguen prodigiosamente, escribiendo manuscrito… ¡Que va!

Si como Oscar opina, vamos a precisar todo un arsenal de artilugios para investigar, es casi seguro que serían escasos los investigadores en Argentina. Puede que él haya tenido la hermosa posibilidad de poseer tales elementos, pero, itero, no todos están en igualdad de condiciones.

Descalificar y dictaminar cómo y qué se debe considerar elementos ‘aptos’ para ser investigadores, me suena a ordenancista y cuanto menos irreflexivo. Ser una autoridad a nivel nacional no alcanza ni admite elaborar conceptos que podrían ser traducidos por terceros como inválidos.

Cada uno investiga según su leal entender y con los elementos que posea. Cito como simple ejemplo que en el Círculo Ovnilógico Riocuartense –C.O.R.-, hemos confeccionado artesanalmente nuestros propios goniómetros que prestan saludable beneficio a la hora de medir ángulos de visión. Investigamos desde hace 30 años, y no nos sentimos a menos por carecer de una PC.

Vislumbren un caso cualquiera en zona rural. Huellas, por ejemplo. ¿Estaría negado de investigarlas un colega que no posea un sofisticado equipo?
La larga experiencia ‘a campo’ me indica que no es preciso más allá de un equipo elemental: cinta métrica, papel para apuntes, brújula, cámara fotográfica, grabador y algunos contenedores para muestras. Lo demás lo otorga la experiencia que se posea y la perspicacia del propio investigador. A su hora, derivará a laboratorio las muestras recogidas y aguardará resultados. Lo otro es trabajo a gabinete.

Y en cuanto a la cámara, debo decir que no siempre se cuenta en el equipo con un modelo rebuscado, pero de la capacidad para utilizarla depende en mucho la calidad de las fotos. He tenido cámaras muy sencillas y con ellas obtuve aceptables fotos. Obvio, en mi caso soy fotógrafo, pero quien no lo sea, hoy por hoy el mercado ofrece tanta variedad de marcas, modelos y precios, y de muy sencillo manejo, razón por la cual, la estandarización ha venido a facilitar el acceso a muchas personas que disfrutan del arte fotográfico, aún desde el mínimo plano del aficionado, y he aquí como surgen como hongos individuos que ‘sin verlos’ captan Ovnis, para el indisimulado fracaso de muchos que desde hace añares estamos tras esos objetos desconocidos.

Con el respeto que Oscar me merece –lo itero- considero que sus dichos han sido prematuros y hasta inocentes, pues no debemos desde la comodidad del hogar y frente a la PC, dictaminar qué es correcto y qué incorrecto, por más experiencia investigativa que poseamos. Sigo envidiando sanamente a quienes plagan la Web con sus fotos de ovnis fantasmas. Es mi trabajo investigarlas bajo análisis objetivo, me las crea o no a las imágenes que muestran. Si voy a partir de preconceptos, ¡entonces no sirvo como investigador!

Mario Luis Bracamonte Báez